1.6.11

VISCERA nº4







Editorial 2010
Las ensambladoras

INTRATABLES, INCURABLES, INSALVABLES.
INCANSABLES, IRREDUCTIBLES, INEXPUGNABLES.
INEVITABLES, INABARCABLES, INSONDEABLES, INCOMPOSIBLES.
INDIVISIBLES, IRREVOCABLES, INCOMPRENSIBLES, INCONSOLABLES.
INSUPERABLES, IRREEMPLAZABLES, INCONFUNDIBLES.
INSOBORNABLES, INCANJEABLES, INCONTESTABLES, INCONFESABLES.
MALEABLES, PELACABLES, INCOMBUSTIBLES, INFLAMABLES.



Desbloqueamos nuestras vísceras para que no se pudran nuestros órganos. Lanzamos estas vísceras que son la voz viva de la desrecomposición de nuestras existencias, que se liberan en el acto excredemencial de la escritura que le hurtamos al tiempo y sus sentidos, así como robamos para comer, mordemos tratando de masticar, masticamos para digerir, con los codos en la mesa y hablando con la boca llena de delirio, de cólera, con la mandíbula desencajada de odiosidad e indignación ante la intolerante mirada punitiva de la barbarie que nos acecha. En el ruido imberbe de la tele que me cuenta mi vida, mis sueños se hacen pesadillas en la voz ahogada de las radios libres, y sólo nos alienta la esperanza de que en cualquier momento arrancamos a Berlín. Pero la tierra prometida siempre estará mas allá y la cara de mi rostro se vuelve a azotar con la pantalla plana, plasma, plasta, del pavimento al caer desplomada, descerebrada después de actualizar el liquido amniótico de la actualidad en mi facebook.

Precarias, vulnerables, indigentes, inermes, oprimidas, excluidas. Desplazadas, desgarradas, desclasadas, descalificadas, desclasificadas, descalcificadas, descompensadas. Denunciadas, multadas, googleadas, humanizadas.

Cansadas de hurtar en los supermercados y no hacerle ningún daño a las multinacionales.

Presas de nuestras propias presas,
atentas al sexo sentido.

Estudiantes criminales, investigadoras delincuentes, extremistas canallas, terroristas despiadadas y por sobre todo, antisistema. Escupimos nuestros garabatos para no tragarnos nuestro propio vómito. Somos la bilis del milenio que termina, los deshechos residuales que abonan las flores del mal, los helechales conflictivos y la maleza de esta nueva era. Somos la mala hierba que nunca muere, a pesar de los golpes que asertó el enemigo, la tortura y el hambre y los desaparecidos, mil veces derrotadas jamas vencidas. Somos el aliento agonizante de la resistencia que aplaza la victoria de las instituciones totales y la total perdición de las oprimidas.

Este suspiro es la prosa de la jerga callejera que libra sin papeles de la redada cotidiana.

Durmiendo con el agresor que llevo dentro, que me recuerda que sólo mi hermano puede ser mi enemigo.

Y recordamos la memoria grabada en la mucosidad de los recuerdos y olvidos, que luchan, combaten, se enfrentan y afrentan el coma etílico y el derrame cerebral de esta época sin épica en el after hour de la historia. Cerramos la persiana y nos fondeamos en la oscuridad subterránea antes que lleguen los pacos acompañados de los mossos, la migra, la federal y el mossad, para que no vean el bajón del subido de este colocón.

Donde la conspiranoia es la única pornotopia posible.

Recibimos y entregamos el cariño precipitado, sudoroso, palpitante y telúrico, expresión de este amor brutaaaaal!!

Arrojadas entre el infinito y la playa, deseamos decir bellas verdades que se encriptan en los eructos sórdidos del maldecir y la pulsión desenfrenada de contradecir imaginando el calor de las multitudes enardecidas en medio de este frío epocal.
Nos da la pálida cuando lo que queremos es arreglar el mundo.

Abrazos vacíos que se caen a pedazos arruinando el paisaje morfológico del plástico urbano.

Es el momento de detenerse y meditar. Concentrarnos y retirarnos en el sublime arco de la creación que no es literatura, sino praxis que se vierte en el ardor dorado de la barricada y la sangre derramada por los astros del fútbol, que juegan por amor a la camiseta, como los guardias jurados que trabajan por su propia voluntad, mientras una horda de vendedores ambulantes arranca de la ley motorizada por hacer huelgas salvajes.

Ya pasó el tiempo en que íbamos de guay y coqueteábamos con las divas de los movimientos sociales. Ahora venimos de vuelta y vuelta de la derrota total, con la frente en alto y el plexo solar abierto.

Abandonados los ropajes, la postura de la impostura, sólo quedan nuestras vidas desnudas, nuestros cuerpos inhabitables, nuestras verdades a(R)madas, sin dramaturgias, ni coreografías, que si no saltan, explotan, que si se callan, estallan.

Explotan, estallan, en el intersticio del vacío que habita entre cada latido, umbrales de dolor y abandono, del duelo infinito, porque de lo que hemos sido no tenemos sino estas heridas, que cicatrizan en la acción, que pugna por seguir adelante en búsqueda del pasado perdido de nuestro futuro anterior, en un gesto visceral para no convertirnos en seres viscerables.

Porque la vejez no reside en el número sino en la obsolescencia de la catástrofe, allí retornamos a ustedes que somos nosotros, en la insistencia de la resistencia, en la persistencia de la disidencia, en la creación que es copulación, siempre con una sonrisa vertical.

Aun cuando un tornado arraso tú ciudad y a mi jardín primitivo.



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