Editorial 2010
Las ensambladoras
INTRATABLES,
INCURABLES, INSALVABLES.
INCANSABLES,
IRREDUCTIBLES, INEXPUGNABLES.
INEVITABLES,
INABARCABLES, INSONDEABLES, INCOMPOSIBLES.
INDIVISIBLES,
IRREVOCABLES, INCOMPRENSIBLES, INCONSOLABLES.
INSUPERABLES,
IRREEMPLAZABLES, INCONFUNDIBLES.
INSOBORNABLES,
INCANJEABLES, INCONTESTABLES, INCONFESABLES.
MALEABLES,
PELACABLES, INCOMBUSTIBLES, INFLAMABLES.

Desbloqueamos nuestras vísceras para que no se pudran nuestros órganos. Lanzamos estas vísceras que son la voz viva de la desrecomposición de nuestras existencias, que se liberan en el acto excredemencial de la escritura que le hurtamos al tiempo y sus sentidos, así como robamos para comer, mordemos tratando de masticar, masticamos para digerir, con los codos en la mesa y hablando con la boca llena de delirio, de cólera, con la mandíbula desencajada de odiosidad e indignación ante la intolerante mirada punitiva de la barbarie que nos acecha. En el ruido imberbe de la tele que me cuenta mi vida, mis sueños se hacen pesadillas en la voz ahogada de las radios libres, y sólo nos alienta la esperanza de que en cualquier momento arrancamos a Berlín. Pero la tierra prometida siempre estará mas allá y la cara de mi rostro se vuelve a azotar con la pantalla plana, plasma, plasta, del pavimento al caer desplomada, descerebrada después de actualizar el liquido amniótico de la actualidad en mi facebook.
Precarias, vulnerables, indigentes,
inermes, oprimidas, excluidas. Desplazadas, desgarradas, desclasadas,
descalificadas, desclasificadas, descalcificadas, descompensadas.
Denunciadas, multadas, googleadas, humanizadas.
Cansadas de hurtar en los supermercados
y no hacerle ningún daño a las multinacionales.
Presas de nuestras propias presas,
atentas al sexo sentido.
Estudiantes criminales, investigadoras
delincuentes, extremistas canallas, terroristas despiadadas y por
sobre todo, antisistema. Escupimos nuestros garabatos para no
tragarnos nuestro propio vómito. Somos la bilis del milenio que
termina, los deshechos residuales que abonan las flores del mal, los
helechales conflictivos y la maleza de esta nueva era. Somos la mala
hierba que nunca muere, a pesar de los golpes que asertó el enemigo,
la tortura y el hambre y los desaparecidos, mil veces derrotadas
jamas vencidas. Somos el aliento agonizante de la
resistencia que aplaza la victoria de las instituciones totales y la
total perdición de las oprimidas.
Este suspiro es la prosa de la jerga
callejera que libra sin papeles de la redada cotidiana.
Durmiendo con el agresor que llevo
dentro, que me recuerda que sólo mi hermano puede ser mi enemigo.
Y recordamos la memoria grabada en la
mucosidad de los recuerdos y olvidos, que luchan, combaten, se
enfrentan y afrentan el coma etílico y el derrame cerebral de esta
época sin épica en el after hour de la historia. Cerramos la
persiana y nos fondeamos en la oscuridad subterránea antes que
lleguen los pacos acompañados de los mossos, la migra, la federal y
el mossad, para que no vean el bajón del subido de este colocón.
Donde la conspiranoia es la única
pornotopia posible.
Recibimos y entregamos el cariño
precipitado, sudoroso, palpitante y telúrico, expresión de este
amor brutaaaaal!!
Arrojadas entre el infinito y la playa,
deseamos decir bellas verdades que se encriptan en los eructos
sórdidos del maldecir y la pulsión desenfrenada de contradecir
imaginando el calor de las multitudes enardecidas en medio de este
frío epocal.
Nos da la pálida cuando lo que
queremos es arreglar el mundo.
Abrazos vacíos que se caen a pedazos
arruinando el paisaje morfológico del plástico urbano.
Es el momento de detenerse y meditar.
Concentrarnos y retirarnos en el sublime arco de la creación que no
es literatura, sino praxis que se vierte en el ardor dorado de la
barricada y la sangre derramada por los astros del fútbol, que
juegan por amor a la camiseta, como los guardias jurados que trabajan
por su propia voluntad, mientras una horda de vendedores ambulantes
arranca de la ley motorizada por hacer huelgas salvajes.
Ya pasó el tiempo en que íbamos de
guay y coqueteábamos con las divas de los movimientos sociales.
Ahora venimos de vuelta y vuelta de la derrota total, con la frente
en alto y el plexo solar abierto.
Abandonados los ropajes, la postura de
la impostura, sólo quedan nuestras vidas desnudas, nuestros cuerpos
inhabitables, nuestras verdades a(R)madas, sin dramaturgias, ni
coreografías, que si no saltan, explotan, que si se callan,
estallan.
Explotan, estallan, en el intersticio
del vacío que habita entre cada latido, umbrales de dolor y
abandono, del duelo infinito, porque de lo que hemos sido no tenemos
sino estas heridas, que cicatrizan en la acción, que pugna por
seguir adelante en búsqueda del pasado perdido de nuestro futuro
anterior, en un gesto visceral para no convertirnos en seres
viscerables.
Porque la vejez no reside en el número
sino en la obsolescencia de la catástrofe, allí retornamos a
ustedes que somos nosotros, en la insistencia de la resistencia, en
la persistencia de la disidencia, en la creación que es copulación,
siempre con una sonrisa vertical.
Aun cuando un tornado arraso tú ciudad
y a mi jardín primitivo.


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